En la Educación Inicial, se
concibe el rol del/la educador(a) como mediador(a) de experiencias de
aprendizaje. Entendiendo la mediación como el proceso mediante el cual se
produce una interacción social entre dos o más personas que cooperan en una
actividad conjunta, con el propósito de producir un conocimiento.
En Educación Inicial el
mediador actúa en dos ámbitos integrados: (a) la escuela (b) el social-cultural
(familia y comunidad). En consecuencia, requiere de un profundo conocimiento
del desarrollo del niño y la niña, de las formas como aprende, de sus derechos,
sus intereses, sus potencialidades y de su entorno familiar y comunitario.
Se asume que la calidad de
la relación educativa depende, en alto grado, de la capacidad de/la
educador(a), por ello es necesario que éste tenga una formación que le permita
fortalecer el desarrollo de las potencialidades del niño y la niña, lo que se logra
a través de una adecuada mediación de los aprendizajes.
Las orientaciones en
cuanto al perfil del docente se ubican en una concepción de perfil polivalente,
abierto y dinámico. Formar un docente reflexivo, crítico e investigador
constituye actualmente, una alternativa adecuada si se quiere contar con
profesionales que incorporen en el ámbito de la Educación Inicial, habilidades,
conocimientos y actitudes para diseñar, desarrollar, evaluar y formular estrategias
y programas de intervención educativa en contextos socio - educativos y
culturales cambiantes.
En concordancia con las
bases del currículo de Educación Inicial, la definición del presente perfil
obliga a considerar en la formación docente lo planteado por la UNESCO (1996)
con relación a cuatro pilares del conocimiento; así el perfil apunta hacia una
formación integral profundamente humana que reúna tanto aspectos personales,
afectivos, actitudinales, intelectuales y habilidades como la relación con los
demás. Estos pilares son: aprender a hacer, aprender a conocer, aprender o
convivir y aprender a ser; los cuales están asociados a los distintos roles y
competencias del docente requeridos en la cotidianidad de la acción pedagógica.
Además, la formación guarda relación con las tres dimensiones del perfil que se
propone a continuación:
1) Personal:
Está asociada al pilar del
conocimiento: “Aprender a Ser’, lo que implica situarse en el contexto de una
democracia genuina, desarrollando carisma personal y habilidad para comunicarse
con efectividad. Esta dimensión contemplo el desarrollo global de la persona:
cuerpo y mente, inteligencia, sensibilidad, sentido estético, responsabilidad
individual, espiritualidad, además del desarrollo de la creatividad e
imaginación y de la capacidad paro actuar de acuerdo a un conjunto de valores
éticos y morales.
2) Pedagógica –
Profesional:
Esta dimensión se
relaciona con los pilares del conocimiento vinculados a “Aprender a Conocer” y
“Aprender a Hacer”. Con el primero se enfatizo la necesidad de adquirir los
instrumentos del pensamiento para aprender a comprender el mundo que le rodea,
al menos suficientemente para vivir con dignidad, desarrollar sus capacidades
profesionales y comunicarse con los demás. Se justifica en el placer de
comprender, de conocer, de descubrir e indagar. Esto favorece la curiosidad
intelectual, estimula el sentido crítico y permite descifrar la realidad,
adquiriendo al mismo tiempo una autonomía de juicio. Además, implica conocer
acerca de la cultura general y saberes específicos, lo cual requiere un
aprendizaje permanente por porte del/la docente.
Con el segundo, Aprender a
Hacer, se prioriza la necesidad de poder influir sobre el propio entorno. Está
estrechamente vinculado a la formación profesional: ¿Cómo enseñar? ¿Cómo poner
en práctica lo conocido? y ¿Cómo innovar en la acción? Este tipo de
conocimiento requiere de un conjunto de competencias específicas asociadas al
comportamiento social, la capacidad de iniciativa y la de asumir riesgos,
además, implica el desarrollo de habilidades que faciliten el trabajo con los
niños y niñas, además de aprender a trabajar en equipo.
3) Social –Cultural
Esta dimensión se vinculó
con el pilar de conocimiento: “Aprender o convivir”, para participar y cooperar
con los demás en todas las actividades humanas. Este tipo de aprendizaje
constituye uno de los pilares prioritarios de la educación contemporánea, cuya
labor en el proceso de formación es estudiar la diversidad de la especie
humana, lo cual implica el descubrimiento gradual del otro(a) y la
interdependencia entre todos los seres humanos. Aquí es necesario priorizar la
convivencia junto a otros(as) respetando la diversidad cultural y personal.
Ello implica una educación comunitaria, basada en el trabajo, la participación,
la negociación, la crítica y el respeto, donde los derechos y deberes de
los/las ciudadanos/as sean la guía permanente de las acciones colectivas.
Referencias:
Ayala I, Vargas M y otra (1985)
Desarrollo personal del Docente UNA. Caracas Venezuela.
Ministerio de Educación y Deportes
(2005). Educación Inicial: Bases Curriculares. Caracas: Autor.